Leer para liberarse. Sobre los movimientos antisistémicos
Uno de los más recientes análisis sobre este amalgama de rebeldía humana, es Historia y Dilemas de los movimientos antisistémicos del sociólogo norteamericano Immanuel Wallerstein
Juan Cristóbal León Campos | Para Kaos en la Red | 6-3-2009 | 199 lecturas
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Leer para liberarse
Sobre los Movimientos Antisistémicos
Juan Cristóbal León Campos
La resistencia contra la explotación, la discriminación y demás formas opresivas que se han ejercido por unos hombres sobre otros a lo largo de la evolución histórica de las sociedades humanas, ha presentado las más variadas formas que van desde expresiones individuales de repudio hasta formas colectivas y masivas de protesta y movilización social, como son los motines y las rebeliones, o los movimientos revolucionarios de las clases oprimidas encaminados a la construcción de una nueva sociedad. Tal y como afirmaran Carlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto del Partido Comunista, “toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases”.
Sobre esta diversidad y pluralidad de manifestaciones de resistencia se han escrito innumerables ensayos y libros con el objetivo de explicar su naturaleza, y comprender su importancia histórica. Uno de los más recientes análisis sobre este amalgama de rebeldía humana, es la obra Historia y Dilemas de los movimientos antisistémicos (Contrahistorias, México, 2008), del sociólogo norteamericano Immanuel Wallerstein, en la cual realiza un minucioso estudio de los rasgos originales y características que presentan en la actualidad los nuevos movimientos sociales surgidos a partir de lo que denomina como la Revolución Cultural Mundial de 1968.
Wallerstein acuño el término “movimiento antisistémico” en la década de 1970 con el objetivo de plantear una forma de expresión que incluyera en un solo grupo aquellos movimientos sociales que históricamente han sido de gran importancia, pero que han estado enfrentados en la mayoría de las ocasiones por sus objetivos y proyectos alternativos a la dominación burguesa o extranjera; los movimientos nacionalistas y los socialistas. Ambos movimientos al llegar al poder –a decir del autor- combinaron factores como la burocratización, la excesiva verticalidad, el desapego en la realidad de sus planteamientos discursivos.
Esta combinación de factores es para Wallerstein el principal detonante de la importancia que tiene hasta ahora la revolución cultural del 68 a lo largo del mundo. Sus demandas universales contra la hegemonía de los Estados Unidos en la tierra, contra la burocratización de la Unión Soviética y la llamada “vieja izquierda” al acusarla “por no ser solución, sino parte del problema”, dieron lugar a la ruptura cada vez más definitiva con las viejas formas de pensar y organizar la resistencia, dando paso al surgimiento de nuevos movimientos y de nuevos actores sociales. Los ecologistas, las feministas, las luchas de las “minorías” étnicas y raciales como la de los negros en Estados Unidos, y la de los indígenas en Nuestra América, el surgimiento de organizaciones defensoras de los derechos humanos, junto a los movimientos antiglobalización, son los principales nuevos “movimientos antisistémicos”, que en su mayoría han sido aglutinados en el Foro Social Mundial.
Para Wallerstein el año de 1968 es una ruptura clara de larga duración de muchas estructuras culturales, económicas, sociales y políticas del capitalismo, al igual que de la estructuración y configuración de los movimientos antisistémicos de todo el planeta, pues los movimientos surgidos después del 68 tienen un carácter en definitiva muy distinto al de los pre-68. La particular naturaleza y las relaciones que tienen entre sí los distintos nuevos movimientos, se explican en gran parte por haberse desplegado en esta etapa que Wallerstein denomina “caos sistémico”, es decir, la etapa final del sistema capitalista. La trascendencia de los nuevos movimientos se refleja en sus formas de organización interna y de relación con otros movimientos, alejados lo más posible de la solemnidad y las jerarquías, cargados de una mayor tolerancia y pluralidad, pero sobre todo con una posición antidogmática.
América Latina es el rincón de muchos de estos movimientos sociales; los zapatistas mexicanos, los Sin Tierra de Brasil, los indígenas de Bolivia y Ecuador que incluso han derrocado gobernantes, y los movimientos de masas que han conseguido en base a la lucha cambios importantes en la políticas de sus respectivos países. Uno de los movimientos latinoamericanos que en particular ha llamado la atención de Wallerstein es el zapatista. Debido a que su impacto en todo el planeta ha logrado conformar una red mundial de solidaridad y su influencia en diversos movimientos del continente demuestra su importancia y trascendencia para la conformación de las alternativas al capitalismo, tal y como lo propone la Otra Campaña.
La actual crisis estructural del capitalismo, deja en claro la necesidad de construir un mundo mejor, para ello la lectura y discusión de ideas son indispensables, como parte del accionar transformador que todo ser consciente de su realidad debe realizar, los análisis de Immanuel Wallerstein deben ser tomados en cuenta y ser sometidos a debate para extraer y utilizar sus valiosas aportaciones para la construcción del proyecto emancipatorio, pues a pesar de que la dictadura del capital está en crisis, ello no garantiza su desaparición. Esta sólo puede hacerse a través de la praxis colectiva de los oprimidos.
Tomado de Por Esto! 5 de marzo de 2009.
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